Memorias by Servando Teresa de Mier

Memorias by Servando Teresa de Mier

autor:Servando Teresa de Mier [Teresa de Mier, Servando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1876-04-23T05:00:00+00:00


VIII

Desde mi arribo a Barcelona hasta mi llegada a Madrid

HÉTEME AQUÍ OTRA vez en el país del despotismo, a meterme yo mismo entre las garras del león, para que devore su presa. No había otro medio para procurar mi regreso a la patria. Desde aquí ya esperará el lector que yo haga, según mi costumbre, una descripción del país. Bien poco hay que decir de Barcelona, aunque es una de las mejores ciudades de España; pero ya se supone que debe componerse de un enredijo de calles, y las casas estar techadas de tejas, que a la vista presentan un aspecto de ruinas, y no tienen igualdad unas con otras. Los catalanes le enseñan con gusto al viajero el sepulcro del último conde de Barcelona, don Berenguer. Estos condes eran soberanos y Cataluña tenía su Constitución, sus Cortes y leyes, que llaman usages. Es muy buen edificio el de la Aduana y el de la Bolsa del Comercio. En aquélla estaba de administrador general el Sr. Imas, mi amigo, que no quiso permitir se registrase mi baúl, y me dio un convite. Lo mismo hicieron otros dos amigos míos, el barón de la Real Jura y otro catalán de cuyo nombre no me acuerdo. Algunos ricos comerciantes determinaron fabricar, a ejemplo de América, un lugar a cordel, y al lado de la ciudad fabricaron a Barceloneta. Es muy bonita, aunque pequeñita, y las casas sólo tienen el primer piso. Lo respetable de allí son el castillo de Monjuitch y la ciudadela. Aquél es un monte que domina a la ciudad, cavado por la cumbre lo bastante para todo lo necesario a un castillo. La ciudadela es buena. Estas jamás sirven para defender a una ciudad. En tomando la ciudad, se intima a la guarnición de la ciudadela, que si tira sobre la ciudad será pasada a cuchillo, y al cabo tiene que rendirse. Las ciudadelas, pues, son para tener en freno a los ciudadanos donde el Gobierno tiene desconfianza. Y desde la guerra de sucesión era suma la que tenían los Borbones con los catalanes. No se les permitían armas. El cuchillo para partir el pan estaba atado con una cadena a la mesa. Eran menester buenos informes y pagar un derecho para poder obtener algún fusil para cazar. Y esto era muy bien hecho, porque para robar a los pasajeros les tiraban, y cuando no habían acertado a matarlos, salían a preguntar si habían visto al conil (conejo). No se hacían allí levas de tropa, o quintas, por considerarse como país de insurrección; pero se les obligaba a pagar un derecho.

En lo demás no se puede decir la verdad de España, sin ofender a los españoles. Como ellos no viajan para poder hacer comparación, y los que vienen para América vienen de niños, sin haber visto a su patria con ojos racionales, España es lo mejor del mundo, el jardín de las Hespérides, aunque la mayor parte está sin cultivo, y las tres partes del terreno son infecundas. Raro



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